Menos protección social: El trabajador autónomo tiene menos proteción que un trabajador por cuenta ajena. La mayoría de los autónomos opta por la cotización mínima debido al elevado impuesto al trabajo existente en España. Esta circunstancia redunda en una menor pensión de jubilación y bajas sensiblemente menores.
Calidad de vida: Si se obtienen resultados ajustados el autónomo se ve obligado a reducir sus ingresos o incrementar sus horas de trabajo. Sus vacaciones son más cortas y en muchos casos inexistentes causando un mayor estrés.
Riesgo sobre el patrimonio: En muchos casos el autónomo arriesga su patrimonio personal. En épocas de crisis o estancamiento esto puede llegar a traducirse en una situación dramática. Aunque existen mecanismos para paliar esta situación se necesita asesoramiento experto para la correcta articulación y protección del patrimonio en caso de problemas.